Profesor Jacobo Moquete Guzmán

Diariamente el profesor recibe en sus
clases diferentes tipos de alumnos, que aunque están en una misma aula reciben
las mismas asignaturas, comparten intereses comunes de acuerdo a la etapa y le
edad en que están, pero en la clase de educación física es donde más se
manifiestan las diferencias individuales, que vienen dadas por el peso, la
talla, las habilidades y capacidades físicas que desarrollan cada uno de estos
alumnos y alumnas.
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La pedagogía del siglo XVI de la educación
física a nivel mundial está exigiendo que estos profesionales amplíen su
perfil, ósea, pasar de simples profesores autómatas, a ser elementos decisivos
en la salud de sus alumnos; a realizar un proceso docente científico,
significativo tanto para el como para los alumnos, esto inclusive reforzara la
relación alumno y profesor si la educación es preparar al alumno para la vida,
le educación física debe cumplir con este principio universal, y el profesor de
educación física debe asumirlo con toda responsabilidad y entrega. Debe inculcar en el alumno y alumna la
convicción y la importancia de realizar ejercicios físicos para mantener la
salud física y mental, no solo atreves de la práctica deportiva sino además de
ejercicios físicos que no impliquen juegos deportivos, o actividades que por la
complejidad que presentan desmotivan al alumno y alumna. Otra labor y
responsabilidad del profesor de educación física como promotor de salud en la
escuela es velar por la calidad de la alimentación de los alumnos y alumnas,
orientarlos sobre qué tipo de alimentos son beneficiosos para mantener la buena
salud y planificar clases en que se hable de la relación ejercicio físico y
nutrición.
Es aquí donde el profesor aprovechara para
detectar los alumnos y alumnas que presentan dificultades de sobre peso y los
orientara sobre la importancia de impartir correctos hábitos de alimentación;
otro aspecto importante que el profesor debe trabajar con el alumno y alumna es
aspecto estético que está íntimamente ligado al problema alimenticio.
Es característica de los alumnos obesos o
sobre peso presentar excusas para no participar en las clases de educación
física ya que estos temen ser rechazados por los compañeros y compañeras de su
grupo, esto baja la autoestima y puede llegar a tener consecuencias de
problemas de personalidad en el futuro adulto, que ahora es adolecente o niña o
niño. Es importante recordar que las
civilizaciones antiguas especialmente en Atenas, Grecia los ciudadanos hacia
culto a la belleza del cuerpo y al beneficio del ejercicio físico en la salud
del ser humano.
El filósofo griego Sócrates, enfatizaba En
que “todo ciudadano debería mantenerse en condiciones óptimas de manera que
pueda servir a su estado de Grecia cuando así se le solicite”. Para
Aristóteles, la medicina y la gimnasia persiguen el mismo fin: La salud. Otro
personaje de la antigüedad que visualizaba la educación física como un medio
para promover la salud lo fue Martin Lutero.
Con el renacimiento llegaron los avances en
todas las áreas incluyendo la educación física, se empiezan a conocer los
métodos pedagógicos y la práctica de la educación física tomo otra dimensión, y
es cuando la educación deportivista desvirtúa un poco la filosofía por la que propugnaron
los filósofos de la antigüedad. Somos partidarios de que los profesores retomen
y revisen la filosofía antigua y trabajen para una mejor cálida de vida de sus
alumnos y alumnas; esto así, porque en la actualidad múltiples enfermedades
afectan la humanidad y causan miles de muertes anualmente; pero una de las más
letales es la obesidad, y uno de los grupos más vulnerables son los niños y
niñas, jóvenes, adolecentes que están en edad escolar y son los que reciben
toda la influencia negativa en términos de consumismo.
Entorno a esto nos preguntamos ¿Qué
actuaciones podemos llevar a cabo desde nuestra responsabilidad social como
profesores de educación física para ayudar a paliar esta preocupante situación.
Debemos ser conscientes de que afrontamos un problema tan grave como complejo y
para el que no existe fórmulas mágicas para solucionarlo, ni en el plano
infibula ni en el comunitario, aunque no por ello debemos desistir en nuestro
empeño.
Es cierto que hay numerosas e importantes
acciones que deben ser tomadas a los más altos niveles de las distintas
administraciones, pero no es menos cierto que también desde los centros
educativos podemos y debemos impulsar medidas y programas que pueden llegar a
ser mucho más eficaces de los que en un principio podría parecer.
La primera responsabilidad que tenemos como
profesores de educación física, promotores de salud es la de
detectar los casos de sobre peso y obesidad que se dan entre nuestro alumnado. Una vez localizados los sujetos con exceso de peso debemos informarles de los problemas de salud que suponen el sobre peso y la obesidad y motivarles hacia el cambio. Dado el creciente número de alumnos susceptibles de incorporarse a este tipo de programas, debemos promover en los centros docentes la conveniencia de crear grupos especiales del refuerzo educativo que reciban una o dos horas extra de clase semanal para ayudarles a superar este problema, que como hemos visto no sólo tiene repercusiones físicas, sino también psicológicas que pueden incluso estar relacionadas con algunos casos de fracaso escolar.
detectar los casos de sobre peso y obesidad que se dan entre nuestro alumnado. Una vez localizados los sujetos con exceso de peso debemos informarles de los problemas de salud que suponen el sobre peso y la obesidad y motivarles hacia el cambio. Dado el creciente número de alumnos susceptibles de incorporarse a este tipo de programas, debemos promover en los centros docentes la conveniencia de crear grupos especiales del refuerzo educativo que reciban una o dos horas extra de clase semanal para ayudarles a superar este problema, que como hemos visto no sólo tiene repercusiones físicas, sino también psicológicas que pueden incluso estar relacionadas con algunos casos de fracaso escolar.
El profesor de educación física debe
diseñar y desarrollar un plan de tratamiento comprensivo, que debe incluir
objetivos concretos de pérdida de peso, manejo de la actividad física y de la
alimentación, modificación del comportamiento y, cuando se necesario, la
participación e la familia. No es preciso ponerse como objetivo alcanzar el
peso deseable o normal porque es poco realista a largo plazo. Combinando
dieta ejercicio con tratamientos
conductuales pueden conseguirse pérdidas del 5 al 10 % del peso durante un
periodo de 4 a 6 meses.
No debemos olvidar que, por desgracia la
obesidad suele convertirse en una afección crónica. Es muy frecuente que los
adolescentes retomen sus antiguos hábitos de ejercicios y de nutrición una vez
alcanzada la meta que se habían propuesto, recuperando los kilos que habían
perdido y bajando aún más su autoestima.
Por eso nuestro objetivo con estos alumnos
no se limita a conseguir un descenso en el peso a partir de un control adecuado
de la actividad física y de la alimentación, debemos lograr un cambio de
hábitos cuyo efecto se prolongue en el tiempo. Desde aquí, quiero animar a
todos los profesionales de la educación física a apoyar a sus alumnos con
problemas de exceso de peso, a reforzar la educación para la salud dentro del
currículo de la asignatura y a promover la creación de entornos más saludables
en sus centros educativos.
Así mismo y para agotar de respaldo
científico a nuestras actuaciones,
debemos impulsar y desarrollar investigaciones que nos permitan ampliar el
escaso conocimiento que tenemos sobre los múltiples factores que interactúan en
esta epidemia del siglo XVI y sobre cómo podemos combatirla desde el ámbito de
la escuela.
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